se desgrana en las piezas que mis codos han de mostrar... proyecciones de un rostro, un pedestal. Una marca con tachones de cristal, como lentejuelas que le dicen: oh sí, ella sí, esto sí. mamelucos o delantales que quisiera arruinar. podridos mis frutos, tan agrios como este ácido que me vomito al espejo. y las manos ¡Qué importan! se mueven. ¡Dejálas! te mostrarán, sí, es la semilla, es un arroz, un punto de azúcar que haz de iluminar.
30 mayo 2011
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