16 julio 2011

El tono del resplandor anaranjado que irrumpía en los ventanales del dormitorio le pareció indicado. El día podía abrirse a una demostración completa, había en él algún tipo de ser, y este recaía en sus ideas justo al abrir ella sus ojos. Era adecuado, creer al menos que el comienzo nos impregna de valor. Debía pensar en qué haría esa mañana, con el sol y sus brillos. Boca abajo se estiró y encontró en ese placer el refugio.
Qué hubiera hecho estaba en los paseos que su mente había intentado armar para ese día, pero el cansancio la sedujo para alejarla, unas horas más, de la inverosímil realidad.

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