04 julio 2012

(I)

si pestañea cada vez más rígidamente, con las sombras opacas que bajan del párpado, se asume, como si subiera por sus dedos flacos, el vaporoso pensamiento que la deja siempre estática y dudando.
 nadie la mira, y ella se mira porque no lo cree, se toca el borde desprolijo del vestido que encontró tarde en el último cajón de la cómoda. Se pone tensa de pensar en el día entero, en cada hora y fracción de minuto que necesitará para abrirse camino en medio de la escándalosa ciudad. Se agacha de golpe, manotea para todos lados sin mirar, sus manos no encuentran nada, torpes regresan y torpes se raspan con el borde de una mesa metálica. Se corta, le sangra, quisiera no haberse cortado. No le duele, le sale más sangre, tímida y encogiendose su piel toma otro color, mientras piensa en el papelón de cortarse un dedo en medio de tanta gente, de mancharse los dedos de rojo, de ir en busca de algo para limpiarse. No lo hizo, levantó el mentón mirando hacia lo lejos, ocupando las manos, disimuló el incidente dejando que la sangre fluyera por algún paño de las telas que traía en su cuerpo.

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