04 julio 2012

( II)

Creyó en algo más allá de su dedo cortado, tomó aire por la nariz y despacio, olía a un árbol de la calle, por la ventana se veían amontonados. El olor del árbol, lo rojo de la sangre, el pedazo de tela rústica.
Por años y años, habrá olores y sangre y telas rozándola.
Desplegada, se levanta para entrar, se despliega pensando en qué le daría la vida, en lo que le sería dado, en lo inalterable y estéril del mundo, en los vacíos que vienen como el papel de regalo de esta realidad. Debería pensar en eso ( al menos con frecuencia), para saberse parte de un acto incompleto o por lo menos, no tan inmaculado -como ella solía creer.

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