Creer que hay algo que debería preocuparte, querer arrimar algun escombro (leve, muy leve) y dar vueltas (mentirosas) que no te duelen ni te dejan más que niebla, manoteás y era nada. Nunca lo hubo. Entrás en un exagerado cuento. Perdiendo quizás el sentido. Das con un hombre o con el recuerdo de un tono demasiado gastado en su voz. Se cruza hambriento un gordísimo gato gris y te maúlla, con dos patitas levantadas. Hay paredes con largas ventanas que cubren casi todo el frente, hay un diálogo entre dos personas y los vidrios recrean palabras para ellos o de ellos. Indirectamente estoy presente. Es un discurso que te mantiene cerrada. Son mil pasos hacia un centro que abarca hasta el final. Un final que no me viene al pensamiento.
27 junio 2011
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